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Editorial

¿Quién fue el verdadero inventor del pen-drive?

La industria tecnológica devora patentes, pero también nombres e historias. Oscurece pero no puede tapar la genialidad detrás de cada uno de sus pequeños avances. Hoy hablaremos de un oscuro señor de Singapur que revolucionó él solo todo un mercado convulsionado.

Había una vez en un rincón de la India un hombre llamado Henn Tan. Un día tuvo la idea de envolver una pequeño chip, una memoria de estado sólido, en una cubierta de plástico del tamaño de un paquete de chicles. Corría el año 2000, y nuestro héroe no sabía que con este pequeño dispositivo iniciaba un rapidísimo viaje a la fama, dejando en la oscuridad a su inventor. Solo de abril a julio del 2000 ya se habían vendido más de 100.000 unidades.

Con el tiempo, el paquetito de chicles relleno de electrónica se haría famoso y asumiría varios «alias» como pen drive, USB stick, thumb drive entre otros. Pero el nombre que le dio su padre sigue siendo USB, por sus siglas en inglés Universal Serial Bus.


foto (c) SPECTRUM.IEEE.ORG FEB 2023. Credits Maurizio Di Iorio

Cabe preguntarse por qué una fama tan rápida para este chiquitín. Es que antes de su invento las divas del mercado eran los disquetes, unos cuadrados planos de escasos milímetros de espesor. Había de dos tipos: de 8 y 5 1/4 pulgadas, el primero flexible y el otro rígido pero de mayor capacidad (y más caro por supuesto).

Eran mucho más prácticos que los casetes con sus cintas que debían posicionarse en el lugar adecuado antes de leer o grabar y que por supuesto requerían de más paciencia para acceder a la información grabada. Pero su gloria se vio opacada porque aún en sus mejores versiones (con capacidad de grabar en ambas caras del disquete, el de 3 1/2), solo podían contener hasta 1,44 MB de datos.

Hubo una campaña bastante compleja en los 90 para mejorar esta partida, y surgieron cosas de distinta complejidad y costo como los CD-ROM, DVD, y ZIP entre otros.

En esos años pasaba de todo: dispositivos que se corrompían (con nuestra información dentro), PCs que no soportaban al dispositivo de lectura/escritura, costos rarísimos para adquirir las unidades, etc. En tanto los programas se complicaban y alargaban. También aumentaba rápidamente la cantidad de datos a almacenar. Se hacía urgente alguna solución más estable, confiable y económica.

Ahí es donde entra el héroe de hoy. Pero cabe preguntarse por qué Henn Tan no se hizo tan famoso como otros creadores, digamos un Steve Jobs, Robert Noyce o Douglas Engelbart.

Acá es donde se revela la naturaleza de la dinámica en el mercado tecnológico desde siempre. En general los nuevos dispositivos dependen de redes de empresas y/o grupos de individuos que en cierta forma gestan el nuevo engendro de manera progresiva y cuando «nace» es bien claro que se trata de un nacimiento esperado y apropiadamente preparado para el mercado. Aún así surgen en el medio competidores que intentan a veces robar parte o todo el crédito.

En el caso del USB esto último fue más marcado debido a la inexistencia de una red que contuviera y sostuviera la paternidad del invento: solo se trataba de una empresa y, de hecho, de un individuo. Entonces saltan los oportunos espabilados del momento. Una compañía israelí (1999). otra norteamericana (2000), de Malasia y hasta de China reclaman la autoría y hasta hacen patentes locales.

Pero es innegable que luego de un sencillo rastreo se puede probar que Henn, el tercero de 6 hermanos nacidos en un pueblito de Singapur, es el cerebro detrás de USB.


Daniela López De Luise

Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires

Coordinadora Académica CETI