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El cerebro es un dispositivo fractal

Recientes investigaciones hacen pensar que nuestro cerebro es una máquina biológica con reglas bien precisas. De acuerdo a los científicos la entropía y las matemáticas pueden explicar bastante la dinámica de cómo comunicamos nuestras ideas de manera cotidiana.

Para muchos el humano es algo divino e inescrutable, para otros una fascinante fuente de teorías y estudios. Por siglos hemos intentado comprender por qué decimos las cosas de cierta manera, cómo es posible que nos entendamos y que seamos capaces de interactuar desde corta edad con otros emitiendo sonidos y escribiendo garabatos. Hasta el momento sabemos que en realidad no todos podemos hacerlo, por ejemplo en los casos severos de Transtorno del Espectro Autista o en ciertas afasias. Es claro que en general se trata de alteraciones en el cerebro, en posiciones específicas de éste.

Pero los escaneos cerebrales han revelado fascinantes indicios de que nuestro cerebro genera maneras de coordinación con otros cerebros cada vez que nos comunicamos específicamente mediante el habla. Sí, generamos una réplica de activaciones neuronales cuando alguien nos escucha, y se extiende cuando alguien nos comprende y aún más cuando esa escucha genera sensaciones. Todo esto no solo está en la bibliografía reciente, también surge de los estudios que yo misma vengo realizando desde hace años. De hecho estoy embarcada en explicar un conjunto de siete reglas a las que llamo termodinámica del lenguaje, las que he observado se repiten una y otra vez en cada palabra que pronunciamos o escuchamos.

Como es muy difícil evaluar el proceso del razonamiento detrás del habla, elegí para mis estudios un juego sencillo y bastante conocido que se llama 20Q. Si algún lector se siente curioso puede pasar unos minutos jugando con la Red Neuronal que está detrás del sitio. El juego es interesante porque resulta que la IA es capaz de adivinar una palabra que nosotros pensamos al inicio, y con ciertas preguntas va haciéndose la idea de cuál de las 93.000 palabras del idioma español es el que elegimos.

Parece magia o coincidencia, pero no. Es explicable desde las nuevas ideas que venimos manejando en el área de razonamiento automático: en el lenguaje hay un funcionamiento guiado por unos hilos muy parecidos a la termodinámica y encauzados por un comportamiento fractal. No es de sorprender que así sea, ya que somos después de todo animales, un producto más de la naturaleza. Y resulta que la naturaleza ya nos muestra en la física y la química que le gusta la termodinámica. En cuanto a lo fractal, para entenderlo basta con ver la disposición de las ramas de un árbol, las semillas del girasol, el vuelo de un águila al atacar, los pétalos de una rosa y la lista podría seguir hasta cansarnos.

Entonces, cuando los científicos nos encontramos con estas cosas nos detenemos a pensar y decimos: “Bueno, hasta aquí lo medible. Pero, ¿dónde queda lo que no podemos medir y que es parte del humano también? ¿Dónde termina el humano y aparece el alma?”. Yo al menos no creo que la respuesta la podamos dar desde la ciencia.

Daniela López De Luise

Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires

Académica coordinadora CETI