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Reflexión

Cuando la mente se estudia a sí misma

Los científicos enfrentan un reto que parece imposible de resolver, aplicar el método científico para estudiar el razonamiento humano. La razón es simple: conocer la arquitectura de nuestra mente y poder reproducirla de alguna manera, o ayudar a quienes padecen ciertas alteraciones de salud. Quienes estudian en estas cosas creen que, posible o no, en todo caso el esfuerzo no es vano ya que logra establecer algunos mojones útiles.

El uróboro, la serpiente que se come la cola, bien podría representar este desafío: el cerebro actuando para estudiar los procesos del razonamiento. A lo mejor sea una empresa inútil, pero eso no importa: en cualquier caso, los intentos han dejado rastro en las ciencias y han permitido plantear aspectos del razonamiento bastante útiles.

Parece que la mente hace que percibamos una realidad física que no necesariamente es como la vemos. Friesen, un estudioso en estas cosas, sostiene que desde 1781 con Kant y hasta nuestros días hay varios autores que trabajan en evidencias en ese sentido.

Un científico llamado Stang definió a los mecanismos cognitivos (es decir la maquinaria cerebral de nuestros pensamientos) como una forma de pensamiento que está íntimamente relacionada con la estructura de la mente. Entonces un pensamiento resulta «natural», no porque realmente exista tal cosa, sino simplemente porque sigue los pasos de nuestro sistema de razonamiento, que lo produce como consecuencia de su natural funcionamiento.

Pero es justamente esa maquinaria oculta la que tiene engranajes misteriosos aún en la actualidad. Los investigadores han considerado el estudio de estos procesos con cierta infructuosa tenacidad que llega a nuestros días. Es que hay muchos obstáculos que se interponen. Uno de los problemas que surgen al tomar nuestro razonamiento como objeto de estudio científico, es plantar al razonamiento humano objetivamente al estudiar… al propio razonamiento ¿Cómo evitamos que nuestro cerebro sea subjetivo para evaluar a su propio funcionamiento?¿ qué es lo que divide la parte subjetiva de la objetiva en nuestro razonar? Estas preguntas parecen sencillas pero han vuelto loco a más de uno.

Volviendo a nuestros amigos investigadores, otro estudioso llamado Sacket propuso que se compare la manera en que pensamos cuando nos enfocamos en áreas del conocimiento diferentes. En esos casos, tendríamos pocas cosas en común salvo el propio esquema de razonamiento.

Suponiendo que salimos bien parados del primer obstáculo, se viene otro mucho más duro: ¿Qué pasa si el campo (sobre el que estamos estudiando el mecanismo de razonamiento) a su vez es etéreo y opinable? Bueno, para eso es que comparamos lo blando con lo duro. Por ejemplo, podremos buscar razonamientos comunes entre el arte y las matemáticas, la arquitectura y la religión, la botánica y la sicología, y un montón de etcéteras podrían seguir acá.

Está claro que cuanto más alejados los campos de estudio, mayor validez universal se le concede al razonamiento que se encuentre en común. ¡Pero hay que mirar con cuidado! Porque la esencia no pasa por saber si el razonamiento en sí mismo es válido, sino que sea minuciosamente aplicado y sus pasos sean compartidos en ambos campos donde hacemos la comparación.

Una adaptación de esta estrategia consiste en completar la definición de un concepto con el «stacking» o composición de opiniones de diversas personas con distintos puntos de vista. Esta composición se la conoce con el nombre simetría mental: una imagen conceptual borrosa de algo se vuelve nítida gracias al agregado de simetrías cognitivas basadas en esos aportes adicionales de otros orígenes (otros estilos cognitivos).

Por supuesto que permanece el desafío de cómo aplicar estas estrategias para el estudio del razonamiento, y actualmente se las están empleando para explicar algunos comportamientos paradójicos que presenta el cerebro, y las actividades que realiza. Por ejemplo, por qué elegimos ciertas palabras al hablar, por qué algunas palabras quedan en desuso, por qué entendemos las metáforas, cómo accionan algunos chistes y sátiras, etc.

Hay muchos avances, pero lo cierto es que estamos lejos de descubrir los profundos engranajes de esa maravillosa caja negra llamada mente.

 

Daniela López De Luise

Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires

Académica coordinadora CETI